El cañón de Añísclo es uno de los
cañones más emblemáticos del Pirineo y fue durante muchos años bandera del
movimiento ecologista, pues en dos ocasiones se consiguió echar para atrás sendos
proyectos hidroeléctricos en el cauce del río Bellós, dando el empuje
definitivo para la ampliación de los límites del Parque Nacional.
El Valle de Vió, donde se
localiza el cañón de Añisclo, ha sido tradicionalmente una zona muy ganadera
por lo que su paisaje se ha visto muy transformado a lo largo de los años,
habiendo quedado reducida su vegetación natural a las abruptas gargantas de
Añisclo, donde además se produce un singular fenómeno: el de la inversión
térmica, donde la vegetación propia de las zonas bajas y secas ocupan las zonas
altas y viceversa.
-Mirador de Añisclo: desde el
pueblo de Nerín tomaremos una senda que va subiendo entre bojes y erizones,
vegetación que poco a poco ha ido ganando terreno al pasto. Saliendo ya de la
zona de matorral nos adentramos en el pasto subalpino, donde las rocas empiezan
a hacer su aparición en forma de pequeños lapiaces. Las vistas empiezan a ser
interesantes, y la expansión del matorral va dejando su huella. Y de repente
¡todo el cañón de Anisclo a nuestros pies! Excepcional panorámica de la garganta
y los Sestrales desde otra perspectiva. Sin lugar a dudas la ruta tiene su recompensa.
Dificultad: baja
Desnivel: 700m
Duración: 4,30h ida y vuelta + el tiempo que dediquemos a la
observación.
Época: finales primavera-otoño
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